Nacho Portilla es sordo, se comunica con el lenguaje de signos, pero la Consejería le niega un intérprete. Este estudiante que acaba de terminar la ESO y mantiene una batalla administrativa y legal para conseguir el reconocimiento, de lo que dice, es su derecho. «Reivindico y lucho por mi derecho a estudiar. No quiero sentirme en la clase como una estatua de piedra. Mis compañeros avanzan y yo me quedo rezagado. Reclamo mi derecho a la igualdad. No me permiten integrarme. Me están llevando a la exclusión social».[…][…] (Nieves Bolado/ eldiariomontanes.es)